“Una sola lucha” por la protección ambiental y la justicia climática
Por Maritza Maymí Hernández
Coordinadora Legislativa de Sierra Club Puerto Rico
Las luchas ambientales en Puerto Rico tienen una trayectoria de al menos seis décadas. Los reclamos han sido múltiples y han consistido, entre otros asuntos: en la defensa de bosques, zonas montañosas y cársicas frente a propuestas extractivistas; la protección de sistemas naturales costeros de gran importancia escénica y ecológica; la movilización de comunidades ante propuestas de incineración de residuos sólidos y frente a los riesgos a la salud y al medio ambiente, como consecuencia de la quema de carbón y otros combustibles fósiles; la proliferación de antenas de telecomunicaciones; así como el reclamo de que los animales sean reconocidos como seres sintientes y que no vivan en cautiverio.
Hace dos años (el 7 de julio de 2021) un grupo diverso de organizaciones que por décadas han estado activas en varias de esas luchas ambientales y comunitarias, se autoconvocaron frente al edificio del Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA) bajo la consigna “Una sola lucha”.
Organizaciones como Toabajeños por la salud y el ambiente, Campamento contra las cenizas en Peñuelas, Coalición de organizaciones contra la incineración, Comité de Diálogo Ambiental, Amigxs del Mar, Vínculo Animal y Sierra Club, entre otros, reconocieron en aquel entonces que, aunque sus luchas y reclamos atendían asuntos bien puntuales, a fin de cuentas, todo trataba de “una sola lucha”: la protección ambiental, del bienestar comunitario y del derecho a la vida digna en armonía con la naturaleza particularmente en la coyuntura del cambio climático.
Los fuertes embates de los huracanes Irma y María en septiembre del 2017, dejaron claramente evidenciado que tanto la región caribeña, como nuestro archipiélago, es una de las regiones del mundo más expuestas y vulnerables ante lo que ya es una Emergencia Climática. Desde la década de 1950 las temperaturas en Puerto Rico han aumentado al menos 2 grados Fahrenheit. Precisamente el 2017 había sido -hasta entonces- el tercer año más caluroso desde 1880. Sólo los dos años anteriores, el 2015 y el 2016, habían sido más calurosos que el 2017. No obstante, aunque en el 2019 se aprobó la Ley de Mitigación, Adaptación y Resiliencia al Cambio Climático de Puerto Rico (Ley 33), no se han visto esfuerzos serios por parte del gobierno y las agencias encargadas de poner en vigor las diversas disposiciones de esta Ley.
Si bien es cierto que las condiciones de cambio climático han agudizado la persistencia histórica de varios problemas medioambientales y de inequidad ambiental en Puerto Rico, también lo ha acentuado el progresivo desmantelamiento de las agencias públicas dedicadas en planificar y poner en vigor los marcos legales y regulatorios de protección ambiental.
Asimismo, la priorización de una errada visión desarrollista que pone énfasis en la construcción de hoteles, viviendas de lujo, y de centros comerciales y megatiendas que fomentan el consumo superfluo, también es otro de los factores que siguen creando condiciones de desigualdad social y ambiental. Así como también promueven el deterioro de los sistemas naturales que sostienen y protegen la vida.
Dadas estas circunstancias, “Una sola lucha” no sólo surgió con la intención de darle cohesión a diversos y persistentes reclamos de luchas ambientales y comunitarias, sino también como vehículo para enfocar voluntades y esfuerzos para adelantar políticas públicas que atiendan de raíz los retos que nos impone las condiciones de crisis climática.
Durante aquella manifestación de julio de 2021, el liderato de las diversas organizaciones denunció “las desastrosas decisiones que se han tomado por parte de las agencias estatales y el gobierno en lo referente a la conservación ambiental y la justicia climática en Puerto Rico” y la falta de atención del Estado ante los retos de la crisis climática. En conjunto, reclamaron al DRNA cumplir con su deber ministerial de defensa de la naturaleza y del derecho de todas las personas a un ambiente sano, y exigieron la renuncia del entonces secretario Rafael Machargo Maldonado, por no cumplir con los deberes que impone su cargo.
“Una Sola lucha” entregó al DRNA un conjunto de reclamos y exigencias centrado en cinco temas puntuales: la lucha por energía limpia y accesible; la disposición responsable de los residuos sólidos asumiendo la propuesta de Generación Circular y Basura Cero; la lucha en contra de las construcciones y destrucción de las zonas costeras; la protección y acceso del agua limpia como derecho humano; y el trato justo de los animales, exigiendo el cierre del Zoológico de Puerto Rico y la reubicación de los animales que estaban allí en santuarios. También exigían la eliminación de la “sombrilla” administrativa que ha debilitado el desempeño de importantes agencias con funciones fiscalizadoras y de cumplimiento de las diversas leyes y reglamentos ambientales, como la Junta de Calidad Ambiental (JCA) y la Administración de Desperdicios Sólidos (ADS).
A dos años de esa movilización, vale la pena recordar que aún es necesario insistir en que se atiendan los reclamos de este frente ambiental y comunitario.
Las políticas de privatización han hecho que cada día el acceso a la energía sea más costoso e ineficiente, y ha profundizado la desigualdad entre quienes pueden costearse formas de generación de energía limpia y quienes no pueden. El problema de manejo de residuos sólidos sigue en crisis porque no se han articulado programas de desvío y manejo de residuos adecuados y efectivos. A esto se le añade las prácticas de corrupción en la adjudicación de contratos a empresas privadas. Por otro lado, ha habido resistencia legislativa y del ejecutivo a atender el problema de las construcciones y la destrucción de las zonas costeras. Ni siquiera se han querido atender las recomendaciones puntuales y necesarias del Comité de Expertos y Asesores sobre el Cambio Climático.
Afortunadamente, al menos uno de los reclamos de este junte de organizaciones ha sido resuelto por la persistencia de personas altamente comprometidas con la causa animalista, no obstante, la obstaculización de las agencias estatales. Me refiero al cierre del Zoológico de Puerto Rico y el traslado de gran parte de los animales a santuarios.
La disfuncionalidad operacional de las dependencias que hoy caen bajo la “sombrilla” del DRNA debido a la politización de esta, y a la reducción o inexistencia de personal con pericia para manejar aspectos técnicos y especializados en asuntos ambientales, es otro problema que aún persiste. Más aún la subordinación de la atención de las cuestiones ambientales a la lógica economicista, es otra rémora ante la urgencia de proteger la naturaleza y hacer justicia climática.
Existen propuestas comprensivas y serias de cómo pueden atenderse varios de estos problemas, ahí están las propuestas “Queremos Sol” y “Generación Circular”, pensadas no sólo como estrategias de cómo resolver problemas fundamentales en materia de generación de energía y de manejo de residuos posconsumo, sino también como formas para la promoción de nuevas oportunidades para el desarrollo económico sostenible, justo y participativo. Sólo hace falta voluntad política para estudiarlas seriamente y ponerlas en marcha.
Es necesario recalcar que ante la persistencia de estos y otros problemas ambientales y de ausencia de justicia ambiental y climática, cada uno de estos reclamos son parte de “Una sola lucha”.